Final en
lontananza, como el horizonte mientras más me acerco y más se aleja…son
lecturas del desespero tras nueve días de viaje. Una llegada fría sin amor ni
abrazos, y el apuro q me envuelve en los
modernos servicios de la Estación del Metro. Servicios sanitarios pulcros y
atendidos, las piernas duelen y el alma también. Deseos de un café en los
varios lugares comerciales q casi gritan: ya llegaste!
El frió del verano
nocturno me abraza y acompaña al amanecer…Lista a los Paseos peatonales de
Ahumada y Huérfanos en búsqueda del olor de la ciudad, se abre la mezcla de
intimidad y grandilocuencia del Palacio de la Moneda. Con una plaza que invita
a pensar al ritmo pausado del chileno, pero a lo práctico primero: hay que
cambiar divisas en un carnaval de exigencias que abruma y merma las esperanza
del Inmigrante: de tal denominación no, que no tenga sucio, rayas o algún doblez.
Defectos que atienden más a la hermenéutica del que palpa, con afán de
científico especialista, tus billetes. El que examina solo con afán de no
comprarte sino a desventaja y suprimir un poquito más el aura de seguridad que
necesitas. …triste final para cada esfuerzo que se hace en obtener el milagroso
papelito, de por si inalcanzable, en el único país que te impide legalmente que
pasen por tus manos.
Toca ahora
sumergirse en el ritmo, olores, actividades y legalizaciones del país que
amablemente, sin euforias, te acoge, donde
te tropiezas con más Inmigrantes y extranjeros que chilenos. Una ciudad
que parece la Caracas de los años 80: más segura, donde sus autoridades caminan
y visten con prestancia, donde cada engranaje de la sociedad obedece a una
capacitación, a una norma, a un rol específico en su generalidad, y lo cumplen
con entrega, rayando en lo brusco, pero lleno de plenitud. Hablo de Santiago
Centro.
Asombran las
mujeres oficinistas y trabajadoras, afanosas, que en aceras y escalones, al pie
de postes o portales, fuman con fruición solas o en grupos, mientras los
fumadores masculinos caminan entre la gente sin inmutarse. Los gritos
desmesurados del extranjero, trocado en vendedor callejero, que perturba, sin notarlo, que sus
destemplados modales no encajan en el ritmo dinámico pero casi austero del
chileno. Hombres respetuosos que no asoman interés perceptible en las
veraneantes de ropa muy corta…
Donde comenzar? A
dónde ir? y vuelta a recorrer lugares, cerca o lejos, en direcciones difusas
que solo tienen orden al sumergirse en las rutas del metro, cual lugar que
acuna y te llevara a tus esperanzas, ahora o más tarde…algunas vez
Locutora Isabel Machado